Su alteza "repudiadísima".

Ante miles de militares "vestidos de civil", atrincherado en un tercio de zócalo por la Resistencia Civil Pacífica, el gerente de la República dio "el grito hertziano", y arengó vivas a los héroes que lastima con su presencia en Palacio Nacional. Y "la nebulosa" se condensa cuando Calderón, sin carisma propio, utiliza a su familia como "imagen" propagandística, la maquilla, "la disfraza", la enmascara. Son una caricatura de una "caricatura" presidencial. El gerente de la República, repudiado, se sostiene por las líneas ficticias que la televisión difunde sobre él, por los contingentes del ejército que lo acompañan a donde va, y "le aplauden lo que dice". Pero por encima de la simulación se sostiene porque es la imagen del poder "real".



En el lado opuesto del zócalo, (y de la patria), Rosario Ibarra de Piedra dio el grito de la libertad, el de millones de mexicanos que decidimos no reconocer el "golpe mediático". Ayer, "el grito" fue el de la independencia individual, el de la "celebración colectiva".

Fue, "el grito de los libres".