Astillero
Julio Hernández LópezSonoridad dialogante
Nueva Izquierda ve en el futuro inmediato un nuevo régimen político que permita a los poderes dialogar entre sí. Por ello impulsa las posibilidades de que, más allá de las circunstancias electorales específicas de 2006, diputados y senadores perredistas puedan participar de esos hipotéticos debates republicanos, que no serían sino una forma sonoramente un poco más intensa de parlamentar. Debatir, dialogar y cogobernar es el sueño del grupo de los chuchos, por encima del sostenimiento rígido de una postura de cero negociaciones y conversaciones. Una jesuítica izquierda moderna, civilizada y bien tratada en la mayoría de los medios de comunicación, porque a final de cuentas estaría convalidando en los hechos una Presidencia de la República tachada retóricamente de ilegítima pero certificada en los hechos al reconocerle personalidad interlocutora y autoridad política.Ese chuchista paraíso político parcial y provisional no provendría de luchas sociales ni de acciones masivas, sino, desde luego, de negociaciones de altura, en las que resultarían necesariamente beneficiados los dialogantes legitimadores. De hecho, según denuncias realizadas ayer por el siempre acelerado Gerardo Fernández Noroña, en el proyecto de recomposición política nacional que los chuchos promueven estaría el interés del priísta Manlio Fabio Beltrones, quien desde la Cámara de Senadores ha impulsado su plataforma presidencial para 2012 a partir de una comisión para la reforma del Estado que, entre otras cosas, pretendería la instauración de una jefatura del gabinete presidencial que fuese designada por el Congreso. La pedagogía del caso explica que Fox fracasó, entre otras cosas, porque designó en Gobernación a un político novato, Santiago Creel, que venía de confrontarse con Roberto Madrazo cuando éste era gobernador y con Andrés Manuel López Obrador en la búsqueda de la jefatura del Gobierno capitalino. Para que gobiernos como el de Fox, y ahora el de Calderón, funcionaran, se necesitaría que la segunda posición de gobierno (actualmente, la Secretaría de Gobernación) proviniera de pactos con las bancadas legislativas, que así se obligarían a impulsar en las cámaras proyectos compartidos. Un jefe de gabinete sería la solución que daría a Calderón gobernabilidad interna y éxito camaral reformista, según los análisis que apenas el pasado 2 de julio de 2006 comenzaron a hacerse con tono sonorense.
La combinación del apetito beltrónico con las urgencias felipillas de parecer cocinero constituyen el escenario gastronómico en que se insertan los revoloteos de gaviota de la bandada, cuyos jefes pueden ser llamados chuyes. Nueva Izquierda tendría que pagar, por sentarse a la mesa y tomar las porciones políticas que correspondieran a su aportación para el festín, cuando menos la cuota agridulce de dialogar, parlamentar, debatir o como quiera llamársele al acto fotografiable que significaría la verdadera toma de posesión del michoacano, tal vez no este primero de septiembre venidero, pero sí un año después, o antes, si las condiciones creadas lo permitieran.
Frente a esas maniobras anunciadas y cantadas, el más reciente de los que han sido candidatos del PRD a la Presidencia sigue gira y gira, colocándose geográficamente a distancia o en la imposibilidad técnica de tener comunicación plena y oportuna con sus lugartenientes operativos. Andrés Manuel López Obrador es el gran perdedor del congreso nacional perredista, pero a pesar de todo continúa con la repetición ritual del mismo esquema de trabajo, que a lo largo de meses consume su atención invariable. La elección del nuevo dirigente perredista a partir del padrón de militantes, la instalación mediática de la tesis de que por errores internos se perdió en 2006 y la apertura de una vía para el diálogo con Calderón son golpes directos a AMLO que no serán contrarrestados con declaraciones tibias, mutismo “táctico” o protestas y movilizaciones de grupos afines. Seguir jugando con las mismas cartas marcadas y en el terreno sucio de los arreglos “pragmáticos” podría colocar a López Obrador en un ambiente de decepción y parálisis, que minará fuerzas y mellará armas cuando –algún día– se pretenda enfrentar y colocar a un lado a los oportunistas y claudicantes hoy formalmente victoriosos.
Astillas:
El gobierno mexicano espera del estadunidense ayuda militar para “combate del narcotráfico”, que significará entre 800 millones y mil millones de dólares, según adelantó la semiclandestina secretaria de Relaciones Exteriores, Patricia Espinosa, a Raymundo Riva Palacio en el programa Código 2007, que en coproducción con El Universal se transmite por Canal 40. Según eso, el calderonismo espera “siete helicópteros artillados para transporte de tropas y aviones equipados con equipo infrarrojo y cámaras fotográficas”. El pedido sería surtido por Halliburton y Grupo Blackstone, con lo que los ámbitos de seguridad nacional habrían sido infiltrados (aún más) por empresas íntimamente ligadas con el Pentágono y la Casa Blanca…
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