domingo, agosto 12, 2007

Adolfo Sánchez Vázquez

Moral y política

Históricamente, la izquierda ha tendido siempre –cuando ha sido fiel a sí misma y a sus orígenes– a conquistar los espacios de libertad, igualdad, democracia y justicia allí donde no existían o a ampliarlos donde los ha conquistado, y a darles siempre un contenido concreto. La derecha, en cambio, se ha empeñado en negar esos espacios. Y cuando no ha podido detener el acceso de la izquierda a ellos, se ha esforzado por recortarlos o por reducirlos, con sus formulismos, a espacios estériles. Por esto, aunque en ciertas circunstancias derecha e izquierda hablen de los mismos valores, igualdad, libertad, democracia, justicia social, no pueden confundirse.

No cabe la confusión cuando la izquierda persigue no sólo la igualdad política o jurídica, sino la igualdad social o la limitación de las desigualdades sociales; cuando, lejos de contentarse con la proclamación de las libertades políticas, exige la creación de las condiciones reales que permitan ejercerlas; cuando sin renunciar a la democracia política, parlamentaria, aspira a extenderla –con una democracia participativa– a todas las esferas de la vida social; cuando en el terreno de la justicia social propugna una política hacendaria que ponga fin a los exorbitantes beneficios de las grandes empresas; cuando aspira a excluir o reducir la pobreza con medidas que limiten la acumulación excesiva de la riqueza.

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Son muchas las esferas en las que la izquierda se distingue claramente de la derecha: en el papel central que asigna al Estado en el control de sus recursos naturales básicos frente a la tendencia de la derecha a privatizarlos; en la defensa de la educación pública gratuita en todos sus niveles; en la garantización de los derechos de los trabajadores y el respeto a las diferencias (étnicas, raciales, genéricas, etc.); en la defensa incondicional –y no selectiva– de los derechos humanos, etc. Pero la izquierda se distingue de la derecha no sólo por los fines o valores que persigue –incluso cuando habla de esos mismos fines y valores–, dado el distinto significado que pone en ellos; no sólo por la política que practica para alcanzarlos, sino también por la distinta relación que su política mantiene –o debe mantener– con la moral.

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Contra(comunicado):

Como decía Henry David Thoreau, "No pido inmediatamente que no haya gobierno, sino inmediatamente un gobierno mejor". El orígen de Medios y política fue el fraude electoral del 2006: nació La República de la Televisión y la programa(ción) se volvió dicta(dura): un monopolio opinativo de Tercer Grado. Aquí en 'Medios y política' están las evidencias comunicacionales que sostienen nuestra tésis: Felipe Calderón no ganó las elecciones; la oligarquía lo impuso mediante un fraude para auto(comprarse) lo que queda de México. Y lo repitieron imponiendo a Enrique Peña Nieto en el 2012. Por eso pedimos lo posible: que se restaure La República.

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