Una televisión como la mexicana es el instrumento de control social más eficaz de la nueva dictadura que tenemos disfrazada de "democracia". Es una televisión totalitaria y constituye uno de los principales obstáculos para que cambie el país. Mientras esa televisión persista será imposible transformar a México. Por ello es urgente reformarla.
Hace unos años, México se convirtió en un país de 100 millones de habitantes que producía un total de 50 millones de libros al año, la UNESCO dijo que los mexicanos leíamos medio libro al año per cápita. Hoy que somos ya casi 110 millones las cifras no han variado mucho, pero la realidad es que menos de 10 por ciento de la población consume esos 50 millones de libros, y el resto no lee prácticamente nada.
En tales condiciones, la televisión debería fortalecer el sistema educativo para contribuir a la formación de más profesionales, técnicos, científicos y creadores artísticos, y de tal modo combatir de verdad, la miseria y los inmensos desequilibrios de la distribución de la riqueza que existen en la actualidad. Es obvio que para cualquier déspota es más fácil controlar --con futbol y spots-- una masa de 100 millones de analfabetas funcionales que una sociedad capaz de hacer preguntas a partir de una educación más amplia y sólida.
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