Javier Corral Jurado 19 de diciembre de 2006 |
En su burdo estilo de manipulación informativa, Televisa y TV Azteca han dedicado, del 21 de noviembre al 16 de diciembre, 57 notas en sus noticieros estelares para atacar al empresario Isaac Saba. Lo han acusado hasta de ser el responsable de varias muertes: "Y sólo hay un culpable, al que le importa poco el fallecimiento de algunos mexicanos"; "en su ambición por extender su poderío económico, Casa Saba no tiene contemplaciones".
La campaña inicia el mismo día en las dos televisoras. Casi a la misma hora ambas anuncian "una serie de especiales" sobre un descubrimiento "sensacional": el monopolio en la distribución de las medicinas. Simples conductores, López Dóriga y Javier Alatorre ejecutan el guión con lealtad canina. Luego involucran a todos los conductores de sus programas de noticias, los vuelven de trapo. La serie se llama Morir sin remedio. La entrada: "Miles de familias pobres de la República ven a sus padres, hijos, hermanos morir sin remedio, porque no tienen dinero para los medicamentos especiales". Lágrimas reales se le arrancan a un padre que sufre por su hija enferma de cáncer, continúa el juicio sumario.
Esa campaña no sólo trata de desprestigiar al viejo Saba Raffaul por atreverse a solicitar el 21 de septiembre de este año abrir un proceso de licitación para una tercera cadena de televisión; también busca desalentar al gobierno y al mismo presidente Calderón en esta etapa inaugural de su administración. Es una estrategia intimidatoria para que la piense el que pretenda meterse con ellos. El mensaje fue amplio, y el gobierno no tardó en responder ofuscado, de mala manera.
Luis Téllez, titular de la SCT, descartó el viernes 15 que por ahora se tenga la intención de abrir la televisión a una real competencia en el ámbito nacional. En estricto sentido, el secretario Téllez no dijo directamente que no habrá una tercera cadena de tv, pero lo insinuó. Sus términos desechan la idea que dentro del plan de concesionamiento ofrecido por el Presidente dentro de sus 100 primeros días esté la tercera cadena; dijo que en esa oferta de campaña "no se habla de tercera cadena", lo que se estudia son concesiones para algunas ciudades.
Si sólo de sus palabras hacemos un análisis, se trata de una interpretación muy reducida, y un tanto fullera, de ese programa de campaña. Es claro que ningún candidato iba ofrecer en plena contienda oponerle una competencia al duopolio televisivo. Por el contrario, la campaña fue el espacio y el momento en el que se concretó la mayor cesión de espectro y de todo tipo de privilegios al duopolio a través de la Ley Televisa.
Es fullera porque trata de traducir la identificación de ciudades susceptibles de ser atendidas con nuevos servicios de radio y/o tv sólo con estaciones de estricto carácter local, o redes fragmentadas por regiones. Una declaración que no concibe el espectro disponible para fortalecer lo local y abatir el duopolio.
No debe soslayarse, y es lo que ha hecho Téllez, que una de las principales demandas sociales y de los sectores más informados del tema es acotar el carácter duopólico de la televisión. Esa concentración es uno de los mayores desafíos para la democracia y la pluralidad política del país. Genera abusos y prepotencias como las que hemos presenciado en los últimos días.
La concentración de las frecuencias de tv abierta en México no tiene parangón en otra parte del mundo. Excepción de imposible defensa en el mundo democrático y en las reglas de la competencia, nuestro país causa estupor en el exterior: Televisa y TV Azteca acaparan 80% del espectro comercial. La empresa de Emilio Azcárraga tiene 243 canales, y la de Ricardo Salinas 179. La primera tiene cuatro redes abiertas desde la capital del país, y la segunda dos. Controlan contenidos y se llevan 99.4% del gasto publicitario en televisión abierta, que representa 58% de toda la inversión en medios, algo así como 25 mil 984 millones de pesos.
Pensar que sólo con medios locales se enfrentará esa concentración es medio pensar. La experiencia internacional así lo indica. El camino que otros países siguieron fue acotar en primer término los monopolios y los duopolios; luego establecer límites de audiencia, frecuencias y publicidad, junto con fuertes restricciones a la propiedad cruzada de medios.
¿Qué red regional podría competirle a la concentración Televisa-TV Azteca, con las condiciones de mercado y de propiedad cruzada que hoy tienen? ¿Con la ausencia de reglas de competencia en la materia? ¿Con el órgano regulador bajo su cooptación? ¿Tomadas las principales comisiones del Congreso por ellos? Es un medio pensar bastante ingenuo.
En el caso de nuestro país, hay espectro para la ruta de abatir el duopolio y democratizar regionalmente las comunicaciones. No hay impedimento técnico, jurídico, político o económico para armar la opción de una tercera cadena, y en el reforzamiento de los canales 11 y 22 del Estado otra cuarta y hasta una quinta. Esperemos que la intimidación no impida el valor, la visión, la pasión y el amor por México que se necesita para este reto.
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